Todos cometemos errores con nuestros hijos, todo tipo de errores. Pero esto es normal, lo importante es aprender de ellos. Afortunadamente, no estamos solos, podemos aprender también de los errores de los demás y de las historias que nos contamos entre padres.

Dicen que la etapa preescolar (entre 3 y 5 años) es una de las que pueden ser más frustrantes en términos de paternidad.

Little Girl in Classroom

Por ello, aquí están 8 de los errores más comúnes que hacemos como padres y como se pueden solucionar:

1. Desviarse demasiado de las rutinas

Cuando no estas siendo consistente en la rutina, los niños se confunden y pueden reaccionar de manera negativa o hacer más berrinches. Tu hijo probablemente quiera saber por qué la última vez su mami le dejo jugar por 10 minutos cuando termino la escuela pero esta vez quiere que se meta al carro inmediatamente. O por qué mami se acostó con ella por diez minutos anoche mientras se quedaba dormida pero hoy dice que no puede.

Arréglalo: se consistente en todos los ámbitos –sea con la disciplina, hábitos de dormir o rutinas en las comidas.

2. Enfocarse en lo negativo

Es fácil poner atención en las acciones negativas de tu hijo –como gritar — e ignorar las buenas.

Arréglalo: date cuenta cuando tu hijo este haciendo algo positivo, y premia el buen comportamiento. El premio por acciones positivas pueden ser tus palabras de agradecimiento, o puede ser el darle un gran abrazo o un beso. Dile «me gusta cómo te sentaste quietecito y escuchaste», o «que bien que fuiste tan amistoso con el niño en el parque».

3. Pasar desapercibidas las señales de advertencia

Los padres constantemente tratan de razonar con los niños cuando están en medio de un berrinche, repitiéndoles «tranquilo, cálmate». Pero eso es como tratar de razonar con un pajarito. “Tienes poder justo antes cuando todavía puedes distraer o anticipar. Pero una vez que el berrinche está a todo lo que da, ya perdiste. El niño ya no te escucha»

Arréglalo: averigua y anticipa las señales naturales de tu hijo. Las comunes son hambre, cansancio y aburrimiento.

Así que no llevas a tu hijo al super a menos que ya haya tomado siesta o lleves preparado un bocadillo saludable en tu bolsa.

4. Promover lloriqueos

¿Te vuelven loco los lloriqueos de tu hijo? Por ejemplo, te saca de quicio cuando, justo antes de la cena, mientras estas a punto de preparar la comida, tu hijo empieza a lloriquear» quiero ir al parque» o «quiero ir a jugar con Santi.» Los padres seguido sucumben ante estos berrinches, pero esto solo refuerza el comportamiento captador de atención. Tu hijo va a averiguar cuales botones te desarman y luego los aplastara una y otra vez.

Arréglalo: Ignóralo.

Con el comportamiento que no es agresivo, como un lloriqueo o insistencia en algo, te va mejor si no respondes a el por completo. Si eres consistente, tu hijo pensara «bien, eso no funciona».

5. Sobrecargar el horario de tu hijo

Los padres seguido atiborran a sus hijos de actividades, como baile o música. Y luego se preguntan por qué el niño no se acuesta y queda dormido inmediatamente después de tanta actividad que lo debió haber cansado.

El problema es que todavía están acelerados y ocupan tiempo para calmarse. Todo niño necesita un tiempo de relajación, en especial los de etapa preescolar. Ya sea que tu hijo solo va a la guardería por dos horas o esta en el kínder todo el día, esto puede ser muy cansado.

Arréglalo: No sobrecargues a tu hijo o lo andes acarreando de una actividad a otra. Dale tiempo para que se despeje con juego libre al llegar a casa después de clases.

6. Subestimar la importancia del juego

Muchos padres sienten que deben anotar a sus hijos en programas enriquecedores para promover su desarrollo. Pero realmente ese no es el punto.

Lo más enriquecedor a esta edad, dice la psicóloga Lawrence J. Cohen, autora de Paternidad con juegos, es el juego libre. Lo cual incluye juego de drama (imaginativo), luchitas, y hacer chistosadas.

Arréglalo: Dale a tu hijo tiempo y espacio para juego libre. Recuerda que los niños en esta edad definen al juego como «lo que hago cuando yo elijo que hacer». La elección libre –el aspecto de libre albedrio en el juego– es importante.

7. Distraerse con la rutina del día a día

Puede que tu hijo juegue bien solo, pero eso no significa que el o ella no desee tener tu atención. » «Los niños cuyos padres no se sientan con ellos a jugar pierden una oportunidad»

Además de que muchos papas no juegan con sus hijos, muchos padres se distraen muy fácilmente con su celular, checando su correo electrónico o haciendo varias cosas a la vez. Los niños no son tontos, saben perfectamente si en verdad estamos prestando atención o no.

Arréglalo: pon una alarma, se entusiasta, e involúcrate totalmente en el juego por ese tiempo designado a tu hijo. «Media hora de juego concentrado donde das tu completa atención y no estas preocupado por la cena o el trabajo, es mejor que todo un día en el que solamente estas prestando atención a medias»

8. Reaccionar exageradamente a las mentiras

Mentir realmente irrita a los padres. Cuando los niños comienzan a echar mentiras, es un gran avance cognitivo, es un poco emocionante y algo inquietante. Tiene una carga emocional. Y luego los papas se vuelven locos y tienen visiones de su hijo en la cárcel, así que se estresan y se ponen muy ansiosos.

Arréglalo: no te exaltes. Se consciente de que echar una mentirilla o dos es una parte normal del desarrollo de tu hijo. Y no des mucha importancia a la mentira en si. Por ejemplo, si tu pequeño pinocho está negando que tuvo algo que ver con el tiradero de leche, puedes decirle «Te sientes mal sobre esto, y yo lo entiendo».